El próximo 14 de noviembre los y las estudiantes tenemos una cita
importante: una huelga general estudiantil por la incorporación en
nuestra educación una perspectiva feminista, y además, seguir
reivindicando una educación pública para todos y todas.
Las políticas de recortes de los últimos años nos dejan un escenario desolador. Sólo en la universidad de Granada hay 10000 estudiantes menos desde 2011. Sin embargo, tampoco podemos obviar los recortes en el resto de servicios públicos, de los cuales las peores paradas son las mujeres, ya que el 70% de los puestos públicos los ocupan ellas por lo que los recortes les afectan directamente. Las mujeres sufrimos el machismo dentro de nuestras familias, en nuestro centro de trabajo y por supuesto, en las aulas y en las instituciones académicas; nuestras condiciones de vida y de estudio son empeoradas con cada reforma de privatización liberal. Como estudiantes tenemos que luchar para acabar con un sistema que sólo crea desigualdad y opresión dentro de nuestra sociedad. Una de las situaciones más comúnmente propagas en las aulas es la presión social que ejerce la reproducción de los roles de género esto, por un lado, provoca la división sexual del trabajo que se ve claramente en las enseñanzas medias y las FP donde se visibiliza la especialización a ciertos trabajos de producción a los hombres (electricidad, mecánica) y ciertos otros para mujeres, relacionados con los cuidados (enfermería) y, por otro lado, genera los intolerables casos de bullying de carácter sexual y de género que podemos observar incluso en Primaria. Además, se siguen viviendo comportamientos machistas entre las relaciones profesor/alumna o entre compañeros y compañeras. De ahí la necesidad de que desde el sistema educativo se implanten tanto asignaturas como formaciones, ambas de carácter obligatorio, para llevar a cabo una educación sexual y feminista dentro de la educación pública.
A esto hay que añadir la presencia de entidad privadas en los espacios educativos plagados de empresas y bancos, muchas veces con un contenido profundamente sexista. La escuela pública tiene que ser un espacio libre de cualquier entidad privada, mucho más si ésta mercantiliza a la mujer y a su cuerpo.
Debemos también pelear por un protocolo contra el acoso hacia la mujer que sea realmente eficaz y feminista y que dé todas las garantías, no sólo en el ámbito universitario también desde las enseñanzas medias.
A nivel universitario, en la universidad de Granada ha impuesto un nuevo calendario académico. Por desgracia, dentro de la sociedad patriarcal en la que estamos inmersos las tareas de cuidados se siguen reproduciendo entre las mujeres, por ello, más allá de los aciertos o errores del nuevo calendario, lo que está claro es que a las estudiantes de clase trabajadora que tengan que trabajar u ocuparse de las tareas de cuidados en sus casas, este calendario le pone más taras. Por un lado, dificulta el hecho de poder compaginar vida académica y vida de cuidados familiares; la organización de las clases elimina cualquier tiempo posible para dedicarlo a cuestiones no académicas y las nuevas fechas de exámenes ordinarios y recuperaciones dificulta también de manera doble a las mujeres que, como decimos, tienen impuestas unas tareas de cuidados propias. En definitiva, este nuevo modelo responde únicamente a los intereses de aquellos que no tienen que trabajar para vivir o estudiar, o que no cargan a sus espaldas las tareas de cuidados a los que las mujeres se ven obligadas.
Es necesario que los y las estudiantes salgamos a defender una educación pública y de calidad pero también en igualdad y feminista. Por todo ello, desde la Unión Sindical Estudiantil, llamamos a secundar la huelga del 14 de noviembre tanto en universidad como en enseñanzas medias porque tenemos motivos más que suficientes para hacerlo.
Las políticas de recortes de los últimos años nos dejan un escenario desolador. Sólo en la universidad de Granada hay 10000 estudiantes menos desde 2011. Sin embargo, tampoco podemos obviar los recortes en el resto de servicios públicos, de los cuales las peores paradas son las mujeres, ya que el 70% de los puestos públicos los ocupan ellas por lo que los recortes les afectan directamente. Las mujeres sufrimos el machismo dentro de nuestras familias, en nuestro centro de trabajo y por supuesto, en las aulas y en las instituciones académicas; nuestras condiciones de vida y de estudio son empeoradas con cada reforma de privatización liberal. Como estudiantes tenemos que luchar para acabar con un sistema que sólo crea desigualdad y opresión dentro de nuestra sociedad. Una de las situaciones más comúnmente propagas en las aulas es la presión social que ejerce la reproducción de los roles de género esto, por un lado, provoca la división sexual del trabajo que se ve claramente en las enseñanzas medias y las FP donde se visibiliza la especialización a ciertos trabajos de producción a los hombres (electricidad, mecánica) y ciertos otros para mujeres, relacionados con los cuidados (enfermería) y, por otro lado, genera los intolerables casos de bullying de carácter sexual y de género que podemos observar incluso en Primaria. Además, se siguen viviendo comportamientos machistas entre las relaciones profesor/alumna o entre compañeros y compañeras. De ahí la necesidad de que desde el sistema educativo se implanten tanto asignaturas como formaciones, ambas de carácter obligatorio, para llevar a cabo una educación sexual y feminista dentro de la educación pública.
A esto hay que añadir la presencia de entidad privadas en los espacios educativos plagados de empresas y bancos, muchas veces con un contenido profundamente sexista. La escuela pública tiene que ser un espacio libre de cualquier entidad privada, mucho más si ésta mercantiliza a la mujer y a su cuerpo.
Debemos también pelear por un protocolo contra el acoso hacia la mujer que sea realmente eficaz y feminista y que dé todas las garantías, no sólo en el ámbito universitario también desde las enseñanzas medias.
A nivel universitario, en la universidad de Granada ha impuesto un nuevo calendario académico. Por desgracia, dentro de la sociedad patriarcal en la que estamos inmersos las tareas de cuidados se siguen reproduciendo entre las mujeres, por ello, más allá de los aciertos o errores del nuevo calendario, lo que está claro es que a las estudiantes de clase trabajadora que tengan que trabajar u ocuparse de las tareas de cuidados en sus casas, este calendario le pone más taras. Por un lado, dificulta el hecho de poder compaginar vida académica y vida de cuidados familiares; la organización de las clases elimina cualquier tiempo posible para dedicarlo a cuestiones no académicas y las nuevas fechas de exámenes ordinarios y recuperaciones dificulta también de manera doble a las mujeres que, como decimos, tienen impuestas unas tareas de cuidados propias. En definitiva, este nuevo modelo responde únicamente a los intereses de aquellos que no tienen que trabajar para vivir o estudiar, o que no cargan a sus espaldas las tareas de cuidados a los que las mujeres se ven obligadas.
Es necesario que los y las estudiantes salgamos a defender una educación pública y de calidad pero también en igualdad y feminista. Por todo ello, desde la Unión Sindical Estudiantil, llamamos a secundar la huelga del 14 de noviembre tanto en universidad como en enseñanzas medias porque tenemos motivos más que suficientes para hacerlo.
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